Hace unas semanas, el tiempo era agradable, hacía sol, los días eran largos y los árboles mostraban orgullosos su densa melena verde. Hoy he vuelto a casa caminando bajo la lluvia, en la oscuridad de la noche, por calles desiertas. Esos árboles que hasta hace poco tiempo nos miraban altivos desde lo alto, se encendieron en rojos y amarillos imposibles. Hoy estaban desnudos, temblando sus pocas hojas con cada gota de agua que les caía encima. Sus ramas se inclinaban en decrépita revenrencia mientras mis botas golpeaban el asfalto mojado.
Al volver la cabeza puedo ver los días de sol como en un borrón, como algo lejano que sucedió hace décadas. <<¡Décadas!>> me digo. Sólo han pasado dos meses. Pero dos meses son tanto tiempo cuando tu tiempo tiene fecha de caducidad.... Me asustan los segundos del reloj, me asusta el despertados cada mañana y la perspectiva de un nuevo fin de semana se torna agridulce, porque con cada semana que termina, muere un poco el sueño en el que estoy inmersa. Nunca el cambio de estación fue tan significativo en mi vida, nisiquiera con la llegada delos vencejos.
¡Y tantas cosas han pasado, no ahí fuera, sino aquí dentro, que es casi imposible pensar que dos meses puedan expresarse diciendo "sesenta días"!
Pim, pum, pam. me he vuelto a reconciliar conmigo misma.... soy yo otra vez.
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1 comment:
ya echaba de menos una nueva entrada! si la verdad que cuando estas realizando un sueño se pasa rapidamente, y cuando se ha pasado apenas te das cuenta de que lo realizaste. Disfruta cada segundo. Time Flies!!!!
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